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Desde hace generaciones, la Fundación Patiño trabaja para construir una Bolivia más fuerte y más solidaria. A través de nuestros proyectos en educación, salud infantil, agroecología y cultura, transmitimos saberes valiosos, innovamos para enfrentar los desafíos actuales y generamos un impacto duradero en las comunidades locales. Juntas y juntos, llevamos adelante una misión de transmisión, renovación y excelencia.

Agroecología y soberanía alimentaria en Bolivia

09/04/2025

Agroecología y soberanía alimentaria en Bolivia

  • Agroecología
  • Salud pediátrica

Bolivia enfrenta una paradoja alimentaria llamativa: pese a su rica diversidad agrícola, depende de las importaciones para alimentar a gran parte de su población. Entre el cambio climático, la dependencia de los mercados mundiales y las persistentes desigualdades rurales, garantizar a cada comunidad el acceso a una alimentación sana, local y sostenible es un gran reto.

Ante esta urgencia, la agroecología se impone como una respuesta creíble, adecuada y esperanzadora. Al combinar saberes ancestrales, innovación científica y respeto por los ecosistemas, permite no solo producir de otra manera, sino también reconstruir economías agrícolas resilientes.

La Fundación Simón I. Patiño se inscribe en esta dinámica, con proyectos emblemáticos como la Hacienda Pairumani o la Hacienda Patiño, que demuestran cada día el impacto positivo de la agroecología en la seguridad alimentaria, la autonomía de los productores y la preservación de la biodiversidad.

La situación actual en Bolivia

Dependencia estructural y desigualdades persistentes

Desde hace varias décadas, Bolivia depende en gran medida de las importaciones alimentarias, especialmente de productos básicos como el trigo, el arroz o los aceites. Esta dependencia debilita todo el sistema alimentario, al exponerlo a las fluctuaciones de los mercados internacionales, los conflictos logísticos y los choques climáticos globales.

Al mismo tiempo, el país enfrenta marcadas desigualdades entre las zonas rurales y urbanas. Muchos pequeños productores viven en condiciones precarias, con acceso limitado a la formación, al crédito o a los mercados. Sufren los efectos del cambio climático (sequías, inundaciones, degradación del suelo), sin contar siempre con las herramientas necesarias para adaptarse.

Una soberanía alimentaria consagrada en la Constitución

Consciente de estos desafíos, Bolivia consagró en 2009 el derecho a la soberanía alimentaria en su Constitución. Inspirada en movimientos campesinos como La Vía Campesina, esta orientación política busca garantizar a cada pueblo el derecho a producir, consumir y decidir su propio modelo agrícola.

Pero en el terreno, este derecho sigue siendo en gran medida una aspiración. La agroindustria ocupa una posición dominante y los programas de apoyo a la agricultura familiar tienen dificultades para consolidarse. En este contexto, la agroecología, impulsada por actores comprometidos como la Fundación Patiño, ofrece un camino creíble para recuperar la autonomía alimentaria, la resiliencia y la justicia social.

¿Qué es la agroecología?

Más que una técnica agrícola, una visión sistémica

La agroecología no se limita a un método de producción alternativo. Se basa en un enfoque holístico que integra el medioambiente, la economía y la dimensión social de la agricultura. Valora los saberes campesinos, la biodiversidad local y la gestión sostenible de los recursos naturales.

Sus principios fundamentales son claros: fomentar la agricultura familiar, preservar los ecosistemas agrícolas, reforzar la resiliencia climática, reducir el uso de insumos químicos y favorecer la autonomía de los productores. El objetivo es doble: alimentar a la población de forma sana y sostenible, y fortalecer la soberanía de los territorios.

Una respuesta adaptada a las realidades bolivianas

En Bolivia, la agroecología cobra pleno sentido. Los pequeños productores, a menudo provenientes de comunidades indígenas, poseen un conocimiento profundo de sus tierras. La agroecología les permite revalorizar estos saberes tradicionales e integrar aportes científicos adecuados a su realidad.

Contribuye así a conservar las semillas locales, limitar la erosión del suelo, diversificar los cultivos y reactivar circuitos cortos más equitativos. También promueve la emancipación económica al reducir la dependencia de semillas comerciales o fertilizantes importados.

En resumen, la agroecología no es una alternativa marginal: es una solución de futuro que puede reconciliar la soberanía alimentaria, la justicia social y la sostenibilidad ambiental.

Las acciones concretas de la Fundación Patiño

La Granja Agroecológica de Pairumani: un laboratorio vivo

Ubicada en Cochabamba, la Granja Agroecológica de Pairumani es un proyecto emblemático de la Fundación Patiño. Verdadero laboratorio al aire libre, combina producción sostenible, formación técnica e investigación aplicada en ecología científica.

Las prácticas implementadas incluyen la rotación de cultivos, la recuperación de suelos, la gestión racional del agua y el aprovechamiento de residuos orgánicos. Cada año, la granja capacita a decenas de pequeños agricultores en técnicas agroecológicas adaptadas a sus condiciones locales. Esta transferencia de saberes permite a los productores ganar autonomía y mejorar sus rendimientos de forma sostenible.

El centro de semillas: preservar la biodiversidad, sembrar el futuro

También en Pairumani, el centro de semillas de la Fundación desempeña un papel clave en la preservación de la biodiversidad agrícola. Valoriza variedades locales, resistentes a condiciones climáticas extremas y adaptadas a los ecosistemas andinos.

Estas semillas, distribuidas gratuitamente a los productores formados por la Fundación, permiten romper con la dependencia de semillas híbridas o importadas. Este trabajo de conservación y difusión se enmarca en una lógica de soberanía semillera, clave para garantizar una producción local y sostenible.

Hacienda Patiño: producción responsable y circuitos cortos

En las llanuras de Santa Cruz, la Hacienda Patiño desarrolla una producción agroecológica diversificada (cultivos, ganadería, transformación) con especial atención al impacto ambiental.

La finca prioriza la venta en circuitos cortos, fomenta los vínculos entre productores y consumidores, y actúa como un modelo replicable en una región dominada por la agroindustria. Demuestra que es posible conciliar rentabilidad, respeto por la naturaleza y autonomía alimentaria.

Una palanca directa para la soberanía alimentaria

Cuando la agroecología refuerza la autonomía de las comunidades

Las iniciativas agroecológicas de la Fundación Patiño ya están generando efectos tangibles en el terreno. Tanto en Pairumani como en Santa Cruz, los productores capacitados observan una mejora significativa en sus rendimientos, una mejor gestión de sus recursos y, sobre todo, una mayor independencia económica.

La diversificación de cultivos, el uso de semillas locales y la reducción de insumos permiten a las familias producir más, mejor y para su propio consumo. Los excedentes se venden en mercados locales, lo que fortalece la economía de proximidad y reduce la dependencia de los circuitos de importación.

Una agricultura resiliente frente a los choques

En un contexto marcado por la inestabilidad climática, la agroecología también aumenta la resiliencia de las explotaciones. Técnicas sencillas como las barreras cortavientos, los cultivos en curvas de nivel o el uso de abonos verdes protegen el suelo, retienen la humedad y limitan las pérdidas en caso de sequía o lluvias intensas.

Esta capacidad de adaptación es esencial para construir una seguridad alimentaria sostenible, especialmente en las zonas rurales donde los choques climáticos son más devastadores.

Al reforzar la productividad local, la autonomía de los productores y la preservación de los recursos, los proyectos de la Fundación Patiño ofrecen una respuesta concreta y estructural a los desafíos de la soberanía alimentaria en Bolivia.

Iniciativas gubernamentales complementarias

Esfuerzos institucionales en apoyo a la agroecología

Desde hace varios años, el gobierno boliviano desarrolla políticas públicas destinadas a apoyar la agricultura familiar y sostenible. Se han abierto líneas de crédito específicas para animar a los pequeños productores a adoptar prácticas agroecológicas, con tasas preferenciales y acompañamiento técnico.

El país también ha implementado un programa nacional de alimentación escolar que incentiva a las escuelas públicas a abastecerse con productos locales. Esta medida no solo mejora la calidad nutricional de las comidas, sino que también crea una salida directa para los agricultores de proximidad, reforzando así los circuitos cortos.

Una complementariedad por reforzar

Estas iniciativas van en la buena dirección, pero todavía no se aplican suficientemente a nivel nacional. Los desafíos son muchos: falta de formación continua para los agricultores, lentitud de la reforma agraria, feroz competencia de la agroindustria y acceso limitado a los mercados para los pequeños productores.

Por eso, actores como la Fundación Patiño desempeñan un papel crucial para complementar, experimentar e inspirar las políticas públicas. Al articular sus acciones con las estrategias nacionales, demuestran que una transición agroecológica no solo es deseable, sino que ya está en marcha.

Desafíos persistentes por superar

Un ecosistema aún dominado por la agroindustria

A pesar de los avances, el panorama agrícola boliviano sigue fuertemente influenciado por lógicas industriales y exportadoras. La soja transgénica, los fertilizantes químicos y el monocultivo ocupan una gran parte de las tierras cultivadas, especialmente en el oriente del país. Esta dinámica compromete la transición hacia un modelo más sostenible, dificulta el acceso a la tierra para los pequeños productores y agrava la degradación de los ecosistemas.

Acceso limitado a la formación y al acompañamiento técnico

En las zonas rurales, muchos agricultores todavía carecen de formación adecuada, herramientas prácticas y redes de apoyo para aplicar prácticas agroecológicas. El intercambio de saberes sigue siendo desigual y concentrado en ciertos departamentos o proyectos piloto. La falta de estructuración a gran escala frena la generalización del modelo.

Una reforma agraria inconclusa

Por último, la cuestión de la tierra sigue siendo un gran obstáculo. Muchos pequeños productores no tienen títulos de propiedad claros, lo que limita su acceso al crédito, a la formación y a los programas públicos. Se necesita una reforma agraria más ambiciosa e inclusiva para garantizar una distribución justa de la tierra y permitir a las comunidades rurales construir su soberanía alimentaria sobre bases sólidas.

Sembrar hoy la soberanía del mañana

En Bolivia, la soberanía alimentaria no se decreta: se construye, temporada tras temporada, comunidad tras comunidad. A través de sus proyectos agroecológicos anclados en el terreno, la Fundación Simón I. Patiño demuestra que es posible producir de otra manera, alimentar de forma sostenible y preservar los ecosistemas fortaleciendo la autonomía de los productores.

Pairumani, su centro de semillas o la Hacienda de Santa Cruz no son simples ejemplos: son pruebas vivas de que otra agricultura es posible. Una agricultura resiliente, local, justa, capaz de responder a las necesidades nutricionales de los bolivianos respetando sus saberes, sus tierras y sus modos de vida.

Pero los desafíos siguen siendo numerosos. Mientras las políticas públicas no se alineen plenamente con los retos agroecológicos, y el acceso a la tierra y a la formación siga siendo desigual, la agroecología seguirá siendo una solución marginal. Es necesario fortalecer las sinergias entre fundaciones, instituciones, productores y ciudadanos comprometidos para que este modelo sea replicable a gran escala.

Apoyar la agroecología no es solo defender una técnica agrícola. Es elegir un modelo de sociedad más justo, más sostenible y más solidario. Apoye nuestras acciones para reforzar la soberanía alimentaria en Bolivia. Cada alianza, cada donación, cada compromiso permite sembrar una agricultura más libre y una alimentación más digna.