Quien aspira a lo internacional canta primero a su país, a sus lugares, a sus tótems, a su familia, a su tierra querida, a su infancia, sus tradiciones, su cultura, su edad de oro. Quien canta a Bolivia celebra sus contrastes, ofrece una oda a sus paisajes y comunidades. Sin nostalgia ni falsas profecías. ¿No dicen que el pasado echa raíces en el futuro? ¿Que los poetas siempre se equivocan por tener razón antes de tiempo?
En cada lugar, entonces, la urgencia de vivir bien, de rendir gracia a la memoria, devolver nobleza al campo, su iglesia al pueblo, y la vida misma al patrimonio. En cada lugar, otros tiempos: un tiempo para el vínculo, un tiempo para el saber, un tiempo para el trabajo. En cada lugar, por fin, el pulmón verde y el impulso vital — el pneuma de la Madre Tierra, el aliento de la humanidad. Vamos a descubrir esos espacios.
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